Como Jeckill y Hyde, dos personajes pueblan esta isla. Un relato desdoblado para contener lo real y lo onírico. El reportero ácido, que harto de escarbar en busca de la objetividad, cayó en una perplejidad tan profunda, que parió un personaje en los límites de la realidad. Un pequeño insecto que zumba en un caos interior. Adelante.
¡Pero bueno, qué mierda de blog es éste! Era tu más fiel lector, tu seguidor más incondicional y me dejaste. Me olvidaste a mí y otros tres o cuatro sin esfuerzo, sin rastro. ¡Qué decepción! ¡Tanta integridad! ¡Mucha palabrería es lo que tienes! ¿Se te ha pasado el antojo de tener tú propio blog? Seguramente fuíste dejándolo al preferir tirarte en el sofá a despotricar contra la tele. ¿No oías las llamadas desde la red? Eran mis preguntas, era mi necesidad de compartir. Algo que has mutilado. Lo que más me duele de este grito que te lanzo es que sé que te estoy haciendo un favor. Algo que hará que vuelvas a sentir esa, perdóname, casi patética sensación de celebridad. No pretendo que vuelvas a escribir, pues soy yo el que no sabe si volverá a leerte.
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¡Pero bueno, qué mierda de blog es éste! Era tu más fiel lector, tu seguidor más incondicional y me dejaste. Me olvidaste a mí y otros tres o cuatro sin esfuerzo, sin rastro. ¡Qué decepción! ¡Tanta integridad! ¡Mucha palabrería es lo que tienes! ¿Se te ha pasado el antojo de tener tú propio blog? Seguramente fuíste dejándolo al preferir tirarte en el sofá a despotricar contra la tele. ¿No oías las llamadas desde la red? Eran mis preguntas, era mi necesidad de compartir. Algo que has mutilado. Lo que más me duele de este grito que te lanzo es que sé que te estoy haciendo un favor. Algo que hará que vuelvas a sentir esa, perdóname, casi patética sensación de celebridad. No pretendo que vuelvas a escribir, pues soy yo el que no sabe si volverá a leerte.
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