viernes, 4 de diciembre de 2009

La Crisálida

...Empiezo a agitarme. Acurrucado y somnoliento, me preparo para la luz. Con miedo a ser pequeño, consciente de mis errores. Los millones de fibras del capullo que es mi casa, me limpian de recuerdos. Renacer con alguna lección aprendida sería un privilegio.

Prefiero ser tábano que mariposa, no se me da bien la belleza. Negro y amenazante, zumbando sobre las cabezas y anunciando vuestro dolor. Sólo un pinchazo, que erize la piel y dispare las pulsaciones. Sueño aún.


Mi propio ADN gira en torno a mí y me forma de nuevo. Es una segunda juventud criminal y sádica, que arrancó la piel del gusano. Revitaliza cuerpo y alma como un producto milagro, bálsamo de Fierabrás de mi propia cosecha, nacido de mis entrañas y madurado al sol de mi mirada. Otra piel de juventud que dejo en mi camino. ¿Son muchos errores o nunca estaré contento?


El calor aumenta y las fibras se estrechan. La casa, mi refugio, se me queda pequeña. Oigo voces fuera y sombras que se agitan. La vida no está aquí, ¡esto es un escondrijo! Cada movimiento me acerca al borde exterior como un astronauta de la conciencia y asumo mi capacidad de errar infinitamente. Algunos hilos se me desmenuzan entre las manos y una sutil brisa fria me espabila. El esforzado gusano tiene ganas de saltar...