viernes, 28 de mayo de 2010

Habitando la tormenta

(O asomándome a mi Triángulo de las Bermudas particular)

El cielo se vuelve pesado, horizonte cercano y oscuro.
La realidad no ha cargado bien, faltan datos. Paisaje pixelado.

Me poso antes de caer en un bucle infinito. Amenaza y gruñe un silencio ionizado... No consigo ver a otros. ¿Saben acaso lo que acecha? ¿Como he llegado hasta aquí? o tal vez, ¿llegue realmente a levantar el vuelo alguna vez? ¿Me perdí buscándola? Me perdí buscándola.

Tentadora certeza.

El cielo que tengo delante es un muro plomizo. Envuelve mis alas como una marea negra.

Espero. Siento un golpe y luego otro. El cielo se rompe, arrojando millones de cuentas que estallan contra el suelo.
Parece que la tormenta ensaya su golpe definitivo. Vacilo. Busco un lugar utópico donde olvidar el miedo.
La metralla me alcanza, el agua es como cola. La lluvia es blanco y negro; código binario de impactos.



Salto sobre la catástrofe, me lanzo a la furia, mitad cielo, mitad mar.
El cielo no se desangrará eternamente.

El dolor es menor si no te resignas, así que habitar la tormenta es mas cierto