viernes, 27 de septiembre de 2019

La frustración

La Información, el Periodismo o los Medios, como lo quieras llamar, no es una actividad como otra cualquiera. Desde el primer momento que pisas la calle con un micro o una cámara puedes sentir la responsabilidad que implica informar a la sociedad... y la frustración.
El reportero convive día a día con el reproche generalizado, a pesar de que se mantenga la atracción por la cámaras. El feedback cada vez es mayor, ya sea por las redes sociales y la interacción constante e inmediata que posibilitan, ya porque los medios, soportes y gargantas se han incrementado exponencialmente. Es habitual encontrar en una ciudad grande reporteros grabando y entrevistando, por lo tanto existe una familiaridad algo siniestra de la gente con los Medios. El diálogo se produce prácticamente todos los días. Sigue sorprendiéndome la confianza con que muchos viandantes se acercan a preguntarte QUÉ haces o sencillamente a darte su opinión sobre los temas que tratan a diario los informadores. En un mundo ideal, con un periodismo sano y al servicio de la sociedad, esto estaría muy bien. Sería una fuente de información y una forma de saber qué temas interesan a las personas. Pero la realidad es que los temas ya están decididos. No hay bondad. La INFORMACIÓN desgraciadamente es también un elemento de control social. Saber marcar y dirigir las preocupaciones de millones de votantes, consumidores y trabajadores es una garantía de estabilidad... Pero no de progreso. Las tiranías más eficaces empiezan por ahí.
Por tanto, llega la FRUSTRACIÓN. Es paradójico que trabajando en la calle se te acerque un vecino y te pregunte "¿QUÉ PASA?" Estamos en el mismo sitio al mismo tiempo y percibimos nuestro alrededor con los mismos sentidos. Lo que esté pasando también debería ser evidente para él. Pero los ciudadanos delegamos. Los reporteros salimos a continuar relatos. No hablo de mentiras, es algo más sólido que un castillo de naipes. Simplemente hay verdades que no se cuentan o que no disfrutan del privilegio de un titular o una portada. Como en el supermercado, los estantes más destacados y los precios más grandes casi nunca son las mejores ofertas.
Así que también para aquellos que insultan e incluso agreden a periodistas, sabed que la frustración es mutua. El reportero es consciente de su incapacidad para generar noticias por la mera observación. Se cumplen encargos, mal que le pese a muchos compañeros. No puedo contar la cantidad de veces que alguien se ha acercado a mi con documentos e historias terribles, injustas o escandalosas. La respuesta suele ser automática: yo no decido.  [ Evidentemente hay mucha gente "extraña" que se acerca con problemas demasiado personales para hacer causa común; cuando no directamente zumbados, que también los hay y que sienten especial atracción por las cámaras]
En estos días, camino del Congreso a seguir la actualidad política, algo que es más de rechazo que de interés general, observo las tiendas de campaña que aumentan día a día y que reclaman atención y una solución para la gente sin hogar. Los Medios apenas lo tratan, al igual que en el punto álgido de la crisis económica no se habló de los suicidios debidos a ella. Podemos decir que el "interés general" es una falacia, como la "opinión pública".
De tal forma que la frustración la mitigo convenciéndome de que trabajo en una industria como otra cualquiera. Un negocio amparado por un derecho fundamental. La vivienda también... Sólo puedo disculparme por no grabar los problemas o reivindicaciones que nos encontramos por la calle, pero hacerlo sería engañarles porque sé que aún así no saldrían. Quién decide eso y porqué sería objeto de un análisis mucho más profundo que éste. Hay autores como Noam Chomsky o nuestro Josep Ramoneda que lo hacen con certera agudeza. Algunos los tildan de comunistas o radicales; significativo.
Mi pequeña aportación es la sensación de que muchas veces miramos para otro lado mientras generamos un "ruido informativo" que se retroalimenta y cuya bondad social es más que dudosa.